martes, 17 de septiembre de 2013

el guardián de los sueños

prologo 
 En una pequeña casa de la región Metropolitana vivía Pedro junto a su tío, quien lo adoptó tras la muerte de sus padres. Pero el ya no estaba, la única persona que el muchacho quería había desaparecido hace ya más de un mes.
Pedro lo buscó por días, entre la lluvia y el frío de aquel tormentoso invierno que acababa de irse,  pero lo único que halló fue su bicicleta, junto a la cual lloró desconsoladamente sin que nadie se percatara.
Apenas podía dormir por la noche, y sus fuerzas se agotaban fácilmente. Esperaba frente a la ventana todo el día, tal vez su único familiar estaba vivo, y un día atravesaría la puerta y secaría sus lágrimas. Pero no ocurría y toda esa pena que sentía se transformaba cada vez más en enojo e ira.
La esperanza se había perdido por completo en el  joven cuando por fin encontró un  trabajo, fue despedido después de unos días. Casi mata a otro de los empleados, solo porque le pregunto su nombre.

A Pedro ya no le importaba comer, hoy apenas si bebió agua mientras miraba el televisor, e intentaba fingir que su tío tampoco le importaba, aunque todos los días miraba al menos una vez por la ventana aun con un poco de fe de verlo volver.

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