Perdido
“estoy dormido, eso es seguro, sigo
en este maldito circulo de pesadillas, nada de lo que veré podría tomarlo como
realidad, no hay razón alguna para que esto sea verdad”
Casi dos
metros medía cada una de sus alas, su cuerpo era enorme como para que hubiera
estado en el huevo que había visto el joven hace algunos minutos, tal vez
horas, o días, aun no estaba seguro, ya estaba muy lejos de su casa, y aunque
sabía que esto era solo su imaginación, esperaba no volver jamás a ese sitio.
El dragón
esquivaba con agilidad los edificios de una ciudad que no pudo reconocer, e
incluso a veces bajaba tanto que las personas lo apuntaban con asombro y miedo.
Llegaron a
un punto tan bajo, que la gente corría a esconderse, mientras el monstruo reía
entre dientes.
¡¿Qué haces?! -Preguntó Pedro
mientras intentaba afirmarse del escamoso cuerpo del dragón-.
Busco algo… y me
entretengo un poco al mismo tiempo.
¡¿Qué cosa buscas?!- se aferró del
cuello de dragón-.
Una entrada… un agujero, pero me
confunden todas esas luces, todos esos colores, ¡por eso odio tu mundo!-reclamó
el dragón- ah ya lo encontré- exclamó con alegría, mientras se dirigía a toda velocidad
a un letrero en japonés de alguna serie de televisión.
El muchacho
tiritaba del miedo, chocarían contra ese letrero, apretaba cada vez más el
cuello de la criatura. La velocidad era tal que solo sus brazos tocaban al
dragón, que sonreía ansioso de ver lo que sucedería (no estaba seguro de que
fuera el lugar correcto).
Estaban a
solo unos centímetros de chocar con el anuncio cuando frente a ellos se abrió
un portal, un agujero negro en miniatura que cubría la boca de uno de las
personas en cartel, que los succionó cegándolos por unos momentos.
Cuando sus
ojos pudieron ver, se encontraban sobre un bosque frondoso de un color oscuro y
marchito, montañas congeladas a lo lejos comenzaban a esconder el sol
bruscamente dejando ver una luna enorme y un poco azulada, pocas estrellas
habían en el cielo, e iluminaban aquel bosque que parecía haber perdido la vida
hace ya mucho tiempo.
Bienvenido a Hoffen Pedro –exclamo la
criatura con alegría, para luego comenzar su descenso-.
Un pequeño
espacio sin árboles, con un cuadrado del único pasto verde y fresco, fue el
lugar donde aterrizó.
Una especie
de gruñido salió de la boca del dragón, haciendo que la tierra temblara, tal
fue la fuerza que las aves en los arboles escaparon, Pedro estuvo a punto de
caer, si no fuera porque la tierra se detuvo, y frente a el emergió una pequeña
cabaña cubierta de maleza y hojas secas, con solo una ventana, tan sucia que no
podía ver a través de ella, y una puerta vieja que con dificultad aun se mantenía en pie.
El cuerpo
del dragón se encogió unos centímetros, llegando a ser del tamaño que sería una
persona comúnmente, con su garra movió el cerrojo y abrió la puerta, que por
sorpresa no rechinaba.
Una pequeña
vela era la única iluminación de la habitación, que por cierto era más grande
de lo que se veía por fuera, quizás era el doble del tamaño de la cabaña, pero
a Pedro no le importó, seguía con la idea de estar durmiendo.
Hola Pedro- se levantó un anciano de
un sillón que el muchacho no había visto al entrar-Me presento, soy Archeland,
veo que también ya conoces a mi amigo kristadura.
Creo que eso es algo obvio… yo lo
traje hasta aquí ¿o no?- reclamó el dragón, pero el hombre no le dio interés a
esas palabras, seguía viendo al joven con una pequeña sonrisa, que se escondía
en su barba canosa-.
El hombre
vestía un traje celeste opaco, cubierto de un chaleco de cuero con una
serpiente dorada en su brazo, botas muy parecidas a las que usaría un militar y
pantalones también del mismo tipo, pero de un azul oscuro e igual de opacos.
Usaba un bastón, pero caminaba con normalidad, su cabello era corto al igual
que su barba, ambas de color gris pero con mechones aun negros, sus ojos se
veían como los de una persona joven, pero su piel reseca y arrugada mostraba lo
contrario.
Te hemos buscado durante años, y
ahora que estas frente a mi… no se por dónde empezar, - un suspiro y cerró los
ojos, el hombre estaba muy cansado, y su mente estaba propagada en todos sus
problemas- ¿Que me dirías si fueras la única esperanza de este mundo?
Pedro lo pensó
por un momento, toco su frente con ambas manos cubriéndose la cara, miro al
anciano, y volvió a taparse su rostro, luego vio a Kristadura, abriendo con su
garra, ahora más pequeña, abriendo una
despensa, recogiendo fruta y comiéndola, mientras que con la otra se rascaba su
escamosa espalda.
Crees acaso… ¿acaso crees que podría
creer esto?, sé que estoy durmiendo, esto es imposible… sé que estoy soñando,
si no... Dime ¡¿Cómo un dragón llega al patio de mi casa, en un huevo, y me lleva a una dimensión extraña, dentro de
un cartel en Tokio?!
Todo eso tiene una respuesta, excepto lo del
huevo, yo llegue volando, te oí gritar, y te agarré -respondió Kristadura,
ahora sentándose en una esquina a comer más fruta-.
Hubo un
pequeño silencio, luego Archeland se sentó nuevamente, movió la vela que se
encontraba al lado del sillón, lo que comenzó a encender cientos de pequeñas
velas, alrededor de toda la cabaña, dejando a la vista repisas llenas de
libros, que escondían puertas tras de ellas, el lugar era aun más grande de lo
que podía creer.
Bueno, puedo explicártelo todo. Los
dragones, no son de este mundo, ni del tuyo, vienen de un punto más allá del
tiempo, por lo que pueden atravesar portales, en tu mundo son conocidos como
agujeros de gusano, que pueden encontrarse en cualquier punto del espacio, pero
solo algunos pueden abrirlos, como los de la especie de mi amigo- respiró
hondo, y luego miró al chico que lo observaba con muchas problemas para creer
lo que escuchaba- pero lo del huevo, me ha dejado perplejo, solo puedo pensar,
que alguien ya había ido a buscarte.
Solo se
escuchó por unos instantes la boca del dragón comiendo una jugosa fruta, muy
parecida a una ciruela, pero más grande y de un color verdoso.
Eso no tiene sentido
para mí- respondió finalmente Pedro-.
Si crees que esto es un sueño,
¿porque tienes frio?- el muchacho tiritaba-. Y lo más probable es que también
tengas hambre, quizás sueño, si esto fuera tu imaginación, seguro no sentirías
esto- un golpe en la cabeza de parte del hombre, hizo que el joven volviera a
tomarle atención-.
Pedro toco
su rostro con enojo, su cabeza le ardía, pero no pensaba tocársela, era muy
orgulloso y ya se había dado cuenta de que el dragón no podía dejar de reír.
Te he buscado por años… debo admitir
que esperaba que fueras un tanto distinto, creí que serías como tu tío, el…-
Pedro detuvo al hombre-.
¡¿Conoces a mi tío?!- preguntó
exaltado -.
Si… es un buen tipo, aunque no habla
mucho, es muy gentil, de hecho el me ayudo a construir esta casa. Bueno eso fue hasta que se escapo de este
lugar…- el muchacho se había sentado en el suelo a escuchar a Archeland. No
estaba seguro de lo que oía, pero aún así se sentía más cómodo oyendo aquella historia-.
¿Qué pasó?
Bueno… naciste y necesitabas a
alguien que te cuidara, tu madre había muerto tras tu nacimiento, y el pobre de
tu padre no pudo… seguir sin ella.
Pero creo que primero
debes conocer toda la historia.
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